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Yésica Bopp fue madre y regresó al ring tras dos años con un triunfo

La campeona regresó al ring tras dos años de parate y ganó en fallo unánime. Así retomó su carrera tras ser madre, recibirse de Psicóloga Social y dedicarse a la ayuda comunitaria.
Yésica Bopp fue madre y regresó al ring tras dos años con un triunfo
Domingo 10 de Abril de 2016
"Mi hija me dio una fuerza que no había sentido nunca". De esta manera, Yésica Bopp describió cómo fue regresar al ring con la presencia de Ariadna, su hija que tuvo hace un año y que la obligó a detener su carrera por dos años. Se fue feliz la Tuti de Villa Domínico porque el Gimnasio Gatica se llenó, ella ganó en fallo unánime a Vanesa Taborda (tarjetas: 79-74.5, 80-73.5 y 79.5-75) tras una pelea a ocho rounds y su esposo Alejandro Silva, que debutó como profesional, también se impuso, en este caso por nocaut. "Fue una noche soñado, salió todo como lo habíamos planeado. Yo sentí el ahogo típico, pero lo manejé como mi experiencia y pude ganar todos los rounds", comentó Bopp.

"La vida me cambió totalmente, tuve que bajar 5.000 revoluciones y dejar de pensar sólo en mí". Así descibrió Yésica los cambios que tuvo que hacer en su vida desde que se enteró de que estaba embarazada hace 21 meses. "Fue todo un proceso. Yo era muy activa, independiente, iba de acá para allá, y tuve que dejar de ser egoísta y entender de que llevaba una vida dentro mío y que dependía de mí. Ariadna fue lo mejor que me pasó en la vida, pero tuve que adaptarme...", explicó la Tuti, de 31 años y un récord de 29 triunfos y una sola derrota.

Al día siguiente de la pelea, Bopp y Silva fueron a bautista a su nena, hoy la luz de sus ojos. "Antes mi motivación era ser la mejor boxeadora libra por libra del mundo. Hoy pienso más en asegurar su futuro. Ahora peleo por mi hija y por eso quiero volver con todo", admitió quien en el 2014 pudo ganar dos títulos de minimosca (AMB) y otro de mosca (OMB) para convertirse en una de las mejores cinco boxeadoras libra por libra del mundo.

-¿Qué fue lo mejor y lo peor de dejar tu carrera por dos años y , a la vez, de ser madre?
-Lo mejor es haber conocido a mi hija y lo peor, no dormir nunca más (se ríe). Dormir cortado complica mucho a un deportista. Yo no he notado fatiga muscular y me siento muy bien, pero me doy cuenta de que no es lo mismo...

-¿Cómo fueron estos dos años sin el boxeo?
-Aproveché para hacer otras cosas, como organizar veladas de boxeo, terminar la carrera de Psicóloga Social y meterme a full en algo que me gusta mucho como la ayuda comunitaria.

-¿Y cómo hiciste para hacer todo?
-Yo son muy polvorita, imaginate que me entrené hasta el séptimo mes de embarazo (se ríe)... La carrera ya la estaba cursando y la terminé luego de ser madre. Mi sobrina iba conmigo a la Escuela Superior en Flores y me cuidaba a Ariadna. Yo salía en los recreos y le daba la teta. Y en lo solidario me metí con Weber Saint Gobain, empresa que es mi sponsor pero que además me privilegia ayudándome a ayudar. Me dio los materiales y mejoramos mucho dos escuelitas de boxeo, una en La Plata y otra en Concordia. En el futuro me gustaría tener mi propia fundación.

-Está claro que tu idea es ser más que una boxeadora.
-Me preparo para eso porque sé que no voy a boxear toda la vida. La carrera es corta y no quiero que, cuando me retire, no sepa qué hacer y tenga ese vacío que muchos llenan con adicciones.

-¿Y en qué te ayudó la Psicología Social en el boxeo, o en tu vida?
-Esta carrera me dio las herramientas para ver cuáles son los obstáculos con los que se encuentra el boxeador y además sirve para descubrir el don que tiene cada uno. Me encanta conocer sobre el manejo de grupos y sería bueno aplicarlo al deporte, con adolescentes, sobre todo a los más humildes, para aconsejarlos y cambiarles sus hábitos. Trabajar en el Cenard sería un sueño.

La Tuti volvió. Al ring. Porque en realidad nunca se fue. La madre, la psicóloga social y la mujer comprometida con la sociedad estuvieron siempre.