Correr en motos. Son solo tres palabras, pero la dimensión de las mismas puede variar en función del objetivo que uno se plantee. Por ejemplo: correr en motos y estar entre los cinco mejores del Rally Dakar 2018. Son más palabras, objetivos más ambiciosos y por lo tanto se requiere mucho más esfuerzo.

Y de eso se trata la vida. De plantearse objetivos más altos. Pero no sólo hay que fijar metas ambiciosas, hay que estar dispuesto a dar todo para llegar a ellas. Siempre he dicho que soñar es bueno. Es un primer paso y su valor radica en que nos incita a la acción. Y es este segundo paso el que hace la diferencia entre los que solamente sueñan y los que tienen la capacidad de hacer que los mismos se conviertan en realidad.

En mi caso, el objetivo está claro. En el Dakar 2017, que finalizó en enero de este año, logré meterme entre los 10 primeros del mundo. Fue, sin duda, un gran logro… casi una hazaña por todo lo que representó llegar a estar en la élite del motociclismo mundial. Sin embargo, soy consciente que puedo llegar más lejos.

Hoy, a menos de 80 días del Dakar 2018, siento que estoy encaminado al nuevo objetivo que me he planteado: estar entre los cinco mejores. He trabajado y sigo trabajando, dando todo lo que tengo y todo lo que está a mi alcance. Como en todo deporte, muchas cosas pueden pasar en medio del camino para no llegar a la meta: una caída, un desperfecto mecánico, una lesión o cualquier otra circunstancia. Sin embargo, hay algo que no fallará: la convicción de invertir todo mi esfuerzo para llegar al objetivo deseado.