Tal y como revelaron medios rusos esta semana, el Mundial del 2018 es el más caro de la historia de las Copas del Mundo, con costos totales que se elevan hasta 9.165 millones de euros (10.800 millones de dólares), de los cuales el 55% fue aportado directamente desde el Estado, mientras que otros 2.800 millones provinieron de capitales privados y los 1.272 restantes desde las regiones que albergarán el certamen como sedes.

La inversión, entre otros rubros, se divide entre la asistencia al público presente, la seguridad y operativos, además de la logística y “la diversificación de este gasto se repartió entre un 50% para hoteles, transporte e infraestructura, mientras que otro 33% fue destinado a la construcción de estadios e instalaciones deportivas”.

Tal y como revela el diario AS de España, el propio Comité Organizador ha confirmado que la organización de este evento ha estimulado un crecimiento del 1% del Producto Interior Bruto (PIB) en los últimos 5 años, mientras que en el país predecesor (Brasil en 2014) fue sólo de un 0,6%.

Dentro de esta cifra figuran 1.697 millones vinculados al turismo, sin contar con un legado mundialista en cuanto a red de transportes, servicios, inversión en seguridad e infraestructuras.

El aporte de 2.545 millones de euros a la economía rusa estará comprometido en el periodo entre 2019 y 2023.

Por último, cabe destacar que desde la confirmación de la sede en el 2010, se han creado unos 220.000 puestos de trabajo, lo cual ha representado un incremento en su economía de hasta 5.940 millones de euros y por lo tanto “mejorar su calidad de vida”.

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