Este domingo 1 de julio quedará en la memoria de muchos rusos como el día en el que su selección logró eliminar a la candidata España y meterse en los cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA en lo que constituye uno de los mejores papeles históricos en el fútbol para un país que no siempre se destacó en dicho deporte.
Comandado por su entrenador Cherchésov y por atacantes de la talla de Smolov, Cheryshev y Dzyuba, el plantel ruso también se ha sabido mantener gracias a la solidez defensiva, el equilibrio en su mediocampo y el talento de Igor Akinfeev en el arco.
Dentro de este equipo, la presencia del lateral Mario Fernandes resulta absolutamente relevante, considerando que el jugador del CSKA de Moscú era al principio resistido por propios y extraños.
Nacido en São Caetano do Sul, Estado de São Paulo, 27 años atrás, Fernandes se supo destacar pronto en el Gremio de Porto Alegre, llegando a ser citado por la selección de su país para el Clásico de las Américas frente a Argentina en el 2011. Con varias dudas en su cabeza, el lateral dejó plantado al plantel en el avión y comunicó a través de su representante que no se encontraba en condiciones de jugar con la camiseta brasileña.
Para el 2012 desembarcó en el fútbol ruso y pronto se afianzó en dicho país gracias a la consecución de algunos títulos importantes a nivel local, hecho que le permitió también volver ser a citado por el scrath para un nuevo encuentro amistoso ante Japón en el 2014.
De esta manera, Fernandes debutó con la camiseta amarilla pero nuevamente se volvió a mostrar dubitativo por antiguos signos de depresión que siempre lo acosaron y terminó declarando su interés por representar a Rusia internacionalmente.
A partir de ese entonces que el presidente del país euroasiático firmó un decreto y lo convirtió en ciudadano ruso inmediatamente. De allí en más que Fernandes se empezó a ganar un lugar en el equipo y en la aceptación de la hinchada rusa, hasta alcanzar una de sus mejores actuaciones deportivas frente a España por los octavos de final de la cita mundialista.
Fuente: Olé
