La historia de América de Cali pudo haber sido otra si a principios de 1980 hubiese cerrado el fichaje de un tal Diego Maradona. El argentino tenía recién 20 años pero sus cualidades deportivas ya habían empezado a despertar el interés de varios. El pibe de Villa Fiorito ya había sido campeón con la Selección Sub 20 de Argentina en el Mundial de Japón 1979.
A 4 años de su precoz debut en Argentinos Juniors, el plantel argentino armó una gira por Colombia para disputar un cuadrangular amistoso con Deportivo Pereira, Deportivo Cali y América de Cali. En el primer partido marcó un gol muy similar al que le hizo a Inglaterra en México 1986. Así fue como los directivos del América empezaron a seguirlo en cada encuentro, pero especialmente cautivó a Gabriel Ochoa Uribe, entrenador del equipo.
Tal es así, que se reunieron con Maradona y su representante, Jorge Cyterszpiler, donde le ofrecieron un contrato por 6 meses con un sueldo de 500 mil dólares mensuales y libres de impuestos para jugar además, la CONMEBOL Libertadores. Finalmente, el astro del fútbol mundial decidió seguir su carrera en Boca Juniors, club en el que estuvo un año para luego viajar a Europa y vestir la camiseta del Barcelona, primero, y más tarde la del Napoli, ciudad donde se consagró.
Hay un un libro titulado “Gabriel Ochoa Uribe”, en el que el hijo cuenta la anécdota de la frustrada llegada de Maradona al equipo colombiano: “A papá siempre le gustó ese jugador desde que lo vio por primera vez y hubo una reunión en el Hotel Intercontinental, después del partido en el Pascual Guerrero, en la que estuvieron también Pepino Sangiovanni y Miguel Rodríguez Orejuela. Papá le regaló la camiseta del América a Maradona y él se la puso. Quería que Diego se quedara madurando como jugador y le hicieron una oferta”.
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