Hay una batalla que nos sigue dando historias que contar. Hace varios meses hablamos de la idea de Gianni Infantino, presidente de la FIFA, y algunos protagonistas del renombre de Arsene Wenger o Javier Mascherano, de jugar una Copa del Mundo cada dos años.
Lo cierto es que en esta cuenta regresiva al 2022, la batalla parece estar más caliente que nunca.
En primer lugar, hace algunos días todos nos sorprendíamos con las declaraciones del polaco Boniek, vicepresidente de la UEFA, al confirmar que estaría todo encaminado para que desde 2024 las 10 selecciones de CONMEBOL se sumaran a la Nations League, o Liga de las Naciones, que disputan los países del Viejo Continente.
Hace un par de años ya sin fechas FIFA contra rivales europeos, esto aparecía como una gran oportunidad de retomar el roce internacional necesario, además de crear un “Mundial paralelo”. Sin ser una idea azarosa, tenía un claro objetivo: mojarle la oreja a la FIFA y a Infantino con su Mundial cada dos años.
Quién necesitaría un Mundial bianual cuando en ese mismo lapso de tiempo existe una Liga de las Naciones ya no solo con Inglaterra, España, Alemania, Italia y las grandes selecciones europeas, si no también ahora con Argentina, Brasil, Uruguay y compañía.
Rápido de reflejos, Infantino no dudó en contraatacar. Durante la Cumbre Global de la FIFA celebrada en Doha, Qatar, con la mayoría de los dirigentes a distancia de manera virtual, presentó un documento de más de 700 páginas. Allí, el mandamás de fútbol internacional y su comité asesor esgrimen diversos motivos por el cual sostienen necesario este cambio.
“La sociedad requiere más eventos, y si no lo hacemos nosotros, lo hará otro deporte”, se escuchó desde el país que en menos de un año recibirá a las mejores 32 selecciones del mundo para el esperado Mundial.
De acuerdo a las consultoras Nielsen y Open Economics, este cambio supondría 4.400 millones de dólares extras para la FIFA.
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Recorriendo las páginas del extenso informe, se ve por ejemplo otro dato interesante: celebrar una Copa del Mundo de la FIFA cada dos años provocaría un aumento del PBI mundial en 80 mil millones de dólares cada 16 años, generando más de un millón de puestos de trabajo en todo el mundo.
Según la FIFA, de las 30.390 personas involucradas en la investigación que dijeron que el fútbol era su deporte favorito, el 63,7% estaba a favor de ver más Mundiales.
Esos 4.400 millones de dólares extra, según Infantino, serían repartidos entre las 211 naciones miembro de la FIFA. Así, permitirían que la financiación solidaria pase del nivel actual de 6 millones de dólares por ciclo a un promedio de hasta 25 millones de dólares por asociación en el primer ciclo de cuatro años.
Todas las proyecciones se basaron en tres fuentes principales de ingresos: ingresos por entradas, derechos de los medios de comunicación y patrocinio.
En tres meses se sabrá el futuro del fútbol mundial. Marzo de 2022 aparece marcada a rojo en el calendario, tanto de la FIFA como de la UEFA y CONMEBOL. En la próxima Asamblea de la FIFA se deberá votar la decisión final.
¿Cómo será esa Asamblea? Una asociación, un voto. Así, sobre 211 votantes Infantino sabe que su punto de quiebre estará en las naciones más chicas que ven en mayores partidas presupuestarias una zanahoria mucho más interesante y atractiva que jugar un Mundial cada dos años. Al fin y al cabo, mientras siga jugándose en la cancha clasificarán las selecciones de siempre con alguna sorpresa como sucede habitualmente.
La Confederación Africana de Fútbol es la que mayor número de votantes tiene (59,26%) porque es la que más asociaciones nacionales tiene asociadas, seguida por la UEFA (53,25%) y Asia (46,22%). La Confederación de Centroamérica y el Caribe (Concacaf) tiene 35 (17%) y Oceania 11 (5%).
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