La edición entrante de los Juegos Olímpicos de Tokio no será una más ni mucho menos. Envueltos por la pandemia del coronavirus, los organizadores, atletas y entrenadores deberán adaptarse a medidas protocolares obligatorias para evitar ser descalificados del certamen.
Tanto el Comité Olímpico Internacional como el local, el Ejecutivo central japonés y el Gobierno Nacional, trabajaron para armar un reglamento disciplinario estricto. Incluso, en caso de no cumplirlo se verán multados o expulsados por la comisión disciplinaria de los Juegos.
En primera medida, los atletas y sus cuerpos técnicos deberán cumplir con un test 72 horas antes de viajar a Japón y contar con un certificado médico que acredite un resultado negativo, a lo que se sumará un segundo análisis cuando lleguen al país. Una vez alojados en Tokio, los deportistas sólo puedan desplazarse entre sus alojamientos y las sedes de entrenamiento y competición, para evitar posibles contagios de COVID-19.
También verán limitados sus movimientos para evitar contactos con la gente local. Además, deberán cumplir con testeos diarios y cargar sus datos en una de las 2 aplicaciones que se descargarán. La otra servirá para rastrear los casos de COVID-19 dentro de la Villa Olímpica.
La idea es que haya una vigilancia constante de la salud de los atletas durante las 2 semanas que estén dentro del país. Para ello, harán los test para luego analizar las vías de contagios y decidir en qué casos será necesario aislar a los infectados y asintomáticos.
Habrá un responsable para cada atleta llamado Oficial de enlace COVID-19, quien servirá de apoyo durante los Juegos con un "Plan de actividad". El mismo detallará el día a día de cada uno, con sus actividades y personas con las que estarán en contacto. El Oficial tendrá la obligación de entregar el Plan a las autoridades correspondientes para su aprobación.