Las medallas en los Juegos Olímpicos son premios únicos. Su valor sentimental es incalculable debido a que detrás de las medallas hay un atleta olímpico que trabajó durante mucho tiempo con esfuerzo y dedicación, más incluso en este último año y medio de pandemia. Sin embargo, hay atletas que debieron darle un valor económico a sus premios en pos de resolver problemas económicos o realizar obras en sus ciudades y este hecho ha ocurrido a lo largo de todas las ediciones de los Juegos Olímpicos de Verano e Invierno.

Los expertos en subastas y colecciones no poseen el nombre del atleta ganador como argumento exclusivo para cotizar una medalla, así tampoco las circunstancias en las que fue obtenida.

Para entrar en contexto de números más concretos, una medalla de plata del primer puesto de los Juegos Olímpicos modernos de Atenas en 1896 (donde aún no existían las medallas de oro) se vendió por 180.111 dólares, según RR Auction, la casa de subastas con sede en Boston que gestionó la venta unas semanas previo al comienzo de Tokio 2020.

Un caso más cercano es el de Bill Russell, un reconocido basquetbolista de la NBA que ganó una medalla de oro en Melbourne 1956 siendo capitán del equipo de Estados Unidos. La leyenda de los Boston Celtics dijo que venderá este premio en los próximos meses, como parte de una gran venta de toda su colección de logros.

1,5 millones de dólares fue el precio que pagó un coleccionista en 2019 por una de las cuatro medallas de oro que ganó Jesse Owens en las Olimpiadas de 1936 en Berlín. El precio de venta estableció un récord entre los artículos olímpicos, según SCP Auctions.

Recientemente también se vendió una medalla de plata en tiro de los Juegos Olímpicos de París 1900 por un precio de 1283 dólares, y una de bronce de los Juegos Olímpicos de invierno en Italia 1956 se entregó por 3750 dólares.

En cuanto a las medallas de Tokio 2020, el valor será notablemente menor debido a que contienen más plata que oro (550 y 6 gramos respectivamente).