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Maradona y la literatura: Los escritores que lo homenajearon en sus textos

Su relación con la pelota fue fuente de inspiración para los escritores que supieron rendirle homenaje en sus textos.
Maradona y la literatura: Los escritores que lo homenajearon en sus textos
Viernes 27 de Noviembre de 2020
A lo largo de su vida Diego Maradona fue fuente de inspiración para todo tipo de homenajes. Desde documentales, series, películas y canciones hasta murales en las ciudades más importantes del mundo reflejan lo que Diego significó como jugador.

Pero también Maradona está presente en la literatura y sobretodo en la de los escritores sudamericanos. Su vida inspiró a grandes de la prosa como Eduardo Galeano, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti, Mario Vargas Llosa, Osvaldo Soriano, Jorgue Luis Borges y Eduardo Sacheri.

Galeano, escritor uruguayo y fanático de aquellos jugadores diferentes, escribió de él en varias oportunidades. Una de ellas dice lo siguiente: “Cuando Maradona fue, por fin, expulsado del Mundial del 94, las canchas de fútbol perdieron a su rebelde más clamoroso. Y también perdieron a un jugador fantástico. Maradona es incontrolable cuando habla, pero mucho más cuando juega: no hay quien pueda prever las diabluras de este inventor de sorpresas, que jamás se repite y que disfruta desconcertando a las computadoras. No es un jugador veloz, torito corto de piernas, pero lleva la pelota cosida al pie y tiene ojos en todo el cuerpo. Sus artes malabares encienden la cancha. El puede resolver un partido disparando un tiro fulminante de espaldas al arco o sirviendo un pase imposible, a lo lejos, cuando está cercado por miles de piernas enemigas; y no hay quien lo pare cuando se lanza a gambetear rivales.

En el frígido fútbol de fin de siglo, que exige ganar y prohibe gozar, este hombre es uno de los pocos que demuestra que la fantasía puede también ser eficaz”.


Mario Benedetti, compatriota de Galeano, le dedicó a “Pelusa” el poema “Hoy tu tiempo es real”, que fue publicado en 2008, un año antes de su muerte.

"Hoy tu tiempo es real
Hoy tu tiempo es real, nadie lo inventa.
Y aunque otros olviden tus festejos,
las noches sin amor quedaron lejos
y lejos el pesar que desalienta.
Tu edad de otras edades se alimenta,
no importa lo que digan los espejos,
tus ojos todavía no están viejos
y miran sin mirar más de la cuenta.
Tu esperanza ya sabe su tamaño
y es por eso que no habrá quién la destruya.
Ya no te sentirás sólo ni extraño.
Vida tuya tendrás, y muerte tuya.
Ha pasado otro año y otro año le has ganado a tus sombras
¡Aleluya!"


Jorge Luis Borges, es sin duda una de las grandes plumas argentinas. Poco tiempo antes de su muerte, le preguntaron si conocía a Maradona y él contestó con ironía: “Disculpe mi ignorancia”. Por algunos fue comparado como el Maradona de las letras, a lo que él respondía: “Eso estaría bien si lo gritaran en Estocolmo; tal vez podría influir en que los académicos suecos me otorguen el Premio Nobel”. Borges nunca fue distinguido con el Premio Nobel de Literatura si bien fue nominado en varias oportunidades.

Gabriel García Márquez, el padre del “realismo mágico”, dijo sobre Maradona en febrero de 1991: “Más es lo que se conoce de él por los que no lo quieren que por los que sí lo queremos", para demostrar su admiración.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura en 2010, escribió tras la primera ronda del Mundial de España 1982 un texto llamado “Maradona y los héroes” que fue replicado en la revista El Gráfico:

“Maradona es un mito porque juega maravillosamente, pero también porque su nombre y su cara se graban en la memoria al instante y porque, por una de esas indescifrables razones, que no tienen nada que ver con la razón, de entrada nos parece inteligente y nos cae simpático. ¿Tiene algo que ver esa impresión con su estatura? En el partido contra Hungría, viéndolo operar entre esos altos y fornidos defensas magiares que se relevaban con patética ineficacia por contenerlo, uno tenía la alentadora impresión de que hay una justicia inmanente, de que también en el fútbol es cierto eso de que más vale la maña que la fuerza, de que lo que cuenta, a la hora de patear la pelota, no son de ningún modo las patas, sino la fantasía y las ideas.

Sin embargo, a pesar de su escasa estatura, Maradona no da la sensación de ser frágil, sino alguien fuerte y sólido, acaso por esas piernas robustas, de músculos salientes, que resisten sin menoscabo los encontrones de los defensas adversarios, no importa cuán altos y fuertes sean. Esa cara de muchacho soñador, ingenuo, lleno de buenas intenciones, le sirve de maravilla para engatusar a los desmoralizados bípedos encargados de cuidarlo, porque lo cierto es que, a la hora de cargar y jugar recio, también sabe hacerlo y con un ímpetu que se diría incompatible con su físico”.


Osvaldo Soriano, periodista y escritor, le dedicó varios textos a Diego y en uno de ellos dejó bien en claro lo que le producía verlo jugar: “Maradona es el gran relato de este país. Un gran relato que todavía no terminó. Nosotros estamos viéndolo ahora en la inmediatez. Porque lo que le pasa al sujeto de nuestro amor no puede sernos ajeno. Por eso no cuenten conmigo para crucificar a Diego".

Una de las frases que más se leyó en estos últimos días, desde que se conoció la noticia de la muerte de Maradona, fue la que se le atribuye al escritor y humorista gráfico, Roberto Fontanarrosa dijo en una entrevista: “Qué me importa lo que Diego hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía”. El rosarino escribió varios cuentos inspirados en Diego, entre ellos: “No te vayas campeón” y “10.6 segundos”.

Por último, uno de los últimos textos a destacar es el de Eduardo Sacheri, titulado: “Me van a tener que disculpar”, que forma parte de “Esperándolo a Tito”. El escritor hincha de Independiente relata en aquel texto la figura de un hombre al cual no se lo puede medir con la misma vara que a los demás.

“Me van a tener que disculpar. Yo sé que un hombre que pretende ser una persona de bien debe comportarse según ciertas normas, aceptar ciertos preceptos, adecuar su modo de ser a determinadas estipulaciones convenidas por todos.

Seamos más explícitos. Si uno quiere ser un tipo coherente debe medir su conducta, y la de sus semejantes, siempre con la misma e idéntica vara. No puede hacer excepciones, pues de lo contrario bastardea su juicio ético, su conciencia crítica, su criterio legítimo.
[…]
No obstante, y aunque tengo perfectamente claras esas cosas, no puedo cambiar mi actitud. Sigo siendo incapaz de juzgarlo con la misma vara con la que juzgo al resto de los seres humanos. Y ojo que no sólo no es un pobre muchacho saturado de virtudes.

Tiene muchos defectos. Tiene tal vez tantos defectos como quien escribe estas líneas, o como el que más. Para el caso es lo mismo. Pese a todo, señores, sigo sintiéndome incapaz de juzgarlo. Mi juicio crítico se detiene ante él, y lo dispensa.

No es un capricho, cuidado. No es un simple antojo. Es algo un poco más profundo, si me permiten calificarlo de ese modo. Seré más explícito. Yo lo disculpo porque siento que le debo algo. Le debo algo y sé que no tengo forma de pagárselo. O tal vez ésta sea la peculiar moneda que he encontrado para pagarle. Digamos que mi deuda halla sosiego en este hábito de evitar siempre cualquier eventual reproche”.


Fuente: TyC Sports y Télam