Una de las mayores crisis de inmigración de la historia provoca diariamente la movilidad masiva de personas desde el continente africano a otras partes del mundo, muchas veces sin conocer el rumbo.

Tal fue el caso de Bayan Mahmud, quien a sus 16 años y ante la ausencia de sus padres optó por huir de los problemas de violencia que afectan a decenas de tribus al sur de Ghana y en el primer barco que ‘iba a Europa’ se confundió de destino y terminó en Buenos Aires.

Una vez en la capital argentina, Mahmud sorprendió a propios y extraños con sus habilidades futbolísticas y terminó viviendo en la pensión de Casa Amarilla con sus compañeros de inferiores de Boca.

Años más tarde El chico de rastas, descrito por el propio Daniel Angelici como, “un chico fuerte, alegre, querible y lleno de esperanza. Para un club como Boca, un club de inmigrantes, es una enorme satisfacción tener a Bayan con nosotros”, decantó en el Blanc-Mesnil SF, de la segunda división del fútbol francés como uno de los más grandes ejemplos de vida en el fútbol.

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