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Una transformación positiva

Por Esteban Castromán
Una transformación positiva
Viernes 31 de Octubre de 2014
Si bien el término “transformación” significa el cambio de una cosa en otra, es un error creer que en tal proceso absolutamente todos los elementos sufren una mutación radical.

Porque en cualquier transformación -ya sea en los ámbitos de la física, la química y la biología, como en las esferas de la política y lo social- hay elementos que se modifican y otros que permanecen inalterables.

Las metamorfosis no producen algo radicalmente distinto a su versión original; más bien generan una combinación entre lo estable y lo variable.

Los cambios en nuestra experiencia personal funcionan del mismo modo, y el desafío consiste en adaptarse a ellos sin perder las cualidades particulares que nos hacen únicos.

Porque cuando llega el momento de poner en marcha las aspiraciones profesionales, interviene la inercia de los sueños.

Y a partir de ese instante comienza un recorrido sinuoso, congestionado de obstáculos, con puentes que van uniendo distintas etapas y espectros inesperados que nos desafían.

Quizá lo más difícil del itinerario sea mantener el rumbo original, sin extraviarse en la cartografía ilusoria de cada presente, sin corromper el sentido hacia aquellas coordenadas que fueron programadas en el GPS del deseo.

Pero como la experiencia no es lineal, sino una complejidad que pendula en un equilibrio frágil, lo que verdaderamente persiste es la posibilidad de transformación.

A modo de ejemplo, puedo recapitular mi experiencia de trabajo con Weber. En 2003 empecé a realizar pequeños trabajos de diseño gráfico. Luego, junto a mi equipo, editamos revistas corporativas, redactamos noticias online, activamos la estrategia de prensa, pusimos en marcha campañas de comunicación interna, entre otras tareas.

Para llevar a cabo tales actividades tuvimos que ir adaptándonos al crecimiento de una empresa que pasó de tener 80 a más de 400 empleados, y que hoy cuenta con más de 5 plantas industriales ubicadas en diferentes puntos geográficos de la Argentina.

A lo largo de estos años mi vida también cambió, por supuesto. Pasé de ser un estudiante de Ciencias de la Comunicación a quien le gustaba escribir a editor literario, gestor cultural, dueño de una empresa de publicidad y contenidos, y autor de libros de ficción.

Hace unos meses tuve el orgullo de haber sido nombrado Embajador Cultural en el marco del proyecto Huella Weber, un verdadero impulso para mi carrera profesional.

Pero tanto aquella curiosidad primaria por rastrear lo nuevo como la búsqueda constante de un enfoque original se mantienen inalterables, configuran la dimensión estable en un proceso de transformación positiva que aún sigue avanzando hacia el futuro.