Y el día tan largamente esperado por todos, llegó. La locomotora que pusimos a andar hace un poco más de dos años llegó a destino.

Durante décadas los peñarolenses soñamos con nuestro estadio, el estadio de Peñarol, que como lo marca la historia, debía ser el mejor. Siempre supimos que ese sueño tan querido no sería sencillo de cumplir.
De hecho, se nos decía que era imposible. Que estábamos locos. Que estábamos prometiendo lo que no podríamos cumplir.

Decidimos pensar en grande, como nos enseña la historia de este club. Y contra opositores y detractores, que vaya si los hubo, comenzamos a trabajar para hacer posible esta realidad. Si Peñarol fue el primer campeón que tuvo este país, si Peñarol fue el primer Campeón de América que tuvo el continente, si fuimos los primeros campeones del mundo que vio América, entonces teníamos la obligación de tener el primer estadio FIFA del Uruguay. Y aquí estamos... Este estadio magnífico, es testimonio de fe y de compromiso. Que trascenderá a quienes lo han hecho posible. Que será, como lo dijimos el primer día, para nuestros hijos. Y para los hijos de nuestros hijos.

Esta es nuestra casa. Un lugar de encuentro con los nuestros. Con aquellos con los que compartimos una misma pasión y religión. Con quienes nos estrechamos en un abrazo de gol y podemos entendernos con un simple gesto. Pero asimismo, deseamos que sea un lugar de encuentro y de paz.

Aquí viviremos, de ahora en más, momentos inolvidables. Pero lo que no sabemos es cuándo y cómo se darán las hazañas del futuro. No sabemos en qué minuto un gol increíble nos va a hacer llorar de alegría y abrazarnos con los que están y los que no. Lo que sí sabemos, es que va a ser acá, en nuestro estadio, hecho por nuestra gente para los manyas que vendrán.

Aquí, en estas tribunas, en este césped, están todos los aurinegros. Los que disfrutan de esta obra. Pero también nuestros abuelos, nuestros padres, los que no están hoy físicamente con nosotros, pero nos acompañan con una sonrisa desde el cielo, porque gracias a ellos Peñarol es lo que es. Para ellos es este regalo que les confiamos.

Hubo un tiempo en que nos decían que no teníamos y no íbamos a tener cancha...y tenían razón.
Porque Peñarol no tiene cancha, Peñarol tiene un gran estadio y se llama Campeón del Siglo.

A todos los que abrazaron esta idea desde un inicio. A los que confiaron que se podía. A los que tradujeron esa confianza en aportes económicos, profesionales y técnicos, muchas gracias. Sin todos ellos esto no habría sido posible.

Nuestra idea fue ejecutada por un verdadero ejército de técnicos, profesionales y operarios, producto de un esfuerzo de mucha, muchísima gente, a quienes agradecemos hoy y estaremos agradecidos toda nuestra vida. Desde los primeros dibujos y bocetos, hasta el último detalle, hemos contado con los mejores y efectivamente han sido los mejores porque le pusieron mucha pasión y repito, mucha pasión. Cada hombre y mujer que ha pisado este suelo, desde que se puso la piedra fundacional, ha sentido una emoción especial al volcar cada gramo de cemento, al saber que estaban colocando las semillas en un lugar en que se vivirán jornadas inolvidables, tengan la certeza. Las huellas de las manos de cada uno de los que de una forma u otra lo hicieron posible, quedarán por siempre y para siempre en estas paredes y en este césped.

Y si acaso pudiera nombrar a alguien, no puedo dejar de pensar en el querido Jorge Lepra, sin cuyo aporte esta obra no hubiera sido posible y en mi gran amigo Leonidas, que con su apoyo me impulsó a no decaer en este proyecto, que lamentablemente hoy ya no están.

También quiero dar las gracias a todos los que, dentro y fuera del club, aseguraron que esto sería imposible. Sin proponérselo, nos dieron más fuerzas para vencer todos los obstáculos que pusieron en el camino.

Para terminar, un recuerdo para mi padre. No para el contador José Pedro Damiani, el ex gran presidente de Peñarol. Sino para "mi Viejo", a quien me gustaría poder tener acá esta noche, a mi lado, para compartir juntos este momento inolvidable para el club que él tanto me enseñó a querer.

Peñarolenses, el estadio Campeón del Siglo es de ustedes. A disfrutarlo