Tras la asunción de Moshe Hogeg como el nuevo presidente del Beitar Jerusalén esta semana, el equipo más fundamentalista de Israel anunció algunos cambios radicales dentro de las políticas de su institución, entre las cuales se destacó la futura inclusión de futbolistas árabes dentro de la plantilla.

“El Beitar no es un club racista. A partir de hoy, la religión ya no será un factor en la elección de los jugadores del club”, afirmó esta semana el presidente en dialogo con la prensa, a lo que enseguida agregó: “fichar a un jugador únicamente por su religión también es una forma de racismo”.

Cabe destacar que si bien el equipo está relacionado con varios partidos políticos de ultra derecha, la capital israelí, de donde forma parte el club, se compone en un 17% de árabes, además de contar con varios hitos geográficos y simbólicos de su ciudad con un trasfondo musulman.

Los hinchas del Beitar son identificados como fanáticos de ultraderecha muy violentos, con quienes ya se han suscitado varios episodios lamentables, local e internacionalmente.

En el 2013, el club probó fichando a dos jugadores musulmanes provenientes de Chechenia, hecho que causó protestas entre sus hinchas, destrozos a sus instalaciones y amenazas de muerte a los deportistas, quienes tuvieron que dejar el equipo cuando finalizó su contrato.

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