En un mercado futbolístico dominado por las casas de apuestas y las marcas globales, el Mirassol Futebol Clube se desmarca con una historia poco común: mantiene al mismo patrocinador principal desde 2007. La marca regional de refrescos Poty acompaña al club del noroeste paulista desde hace 18 años, una alianza que nació cuando el equipo consiguió su primer ascenso al Paulistão y que hoy se mantiene como un símbolo de fidelidad y conexión local.
El club ingresa alrededor de USD 150.000 mensuales por patrocinios, lo que equivale a USD 1,8 millones anuales una cifra muy por debajo de los grandes del país, Flamengo, por ejemplo, recibe USD 50 millones solo de Betano. Sin embargo, el modelo de Mirassol demuestra que la gestión sustentable y el compromiso regional pueden ser tan efectivos como los contratos millonarios. Además de Poty, la camiseta luce a Kodilar (alimentos procesados) y 7K (casa de apuestas), esta última como el mayor contribuyente financiero.

La lealtad del club hacia sus socios históricos es uno de los pilares de su estrategia comercial. La directiva decidió mantener las marcas locales en la camiseta incluso sin cobrarles tarifa publicitaria completa, como muestra de gratitud por su apoyo en los años más difíciles. Esta política fortaleció la imagen institucional del club, que hoy ocupa el cuarto lugar en el Brasileirão y ya proyecta ingresos superiores a USD 4 millones anuales en 2026, gracias al interés de nuevas marcas nacionales e internacionales.
Con la posibilidad de clasificar a la Copa Libertadores y participar en la Copa do Brasil 2026, Mirassol afronta su etapa más exitosa. Pero lo hace sin perder su esencia: la de un club del interior que crece con los pies en la tierra, apostando por la cercanía, la coherencia y la fidelidad. En tiempos donde el fútbol se mide en cifras globales, Mirassol demuestra que la identidad local sigue siendo un activo poderoso.

