El plan del Gobierno británico de enviar los 2.800 millones de euros de la venta del Chelsea FC como ayuda a Ucrania enfrenta un importante obstáculo financiero. Según reveló Expansión, más de 1.700 millones de euros deberán destinarse a cubrir la deuda de Fordstam, la sociedad utilizada por Roman Abramovich para adquirir el club en 2003.
Esta deuda, contraída principalmente con Camberley, otra empresa del propio Abramovich con sede en Jersey, asciende a 1.548 millones de libras (1.759 millones de euros). Por ello, solo entre 900 millones y 1.000 millones de euros de los fondos procedentes de la venta podrán ser transferidos finalmente como ayuda humanitaria.

Los recursos permanecen bloqueados por la Oficina para la Implementación de Sanciones Financieras (OFSI), dependiente del Tesoro británico, mientras se resuelve el conflicto sobre su destino. Abramovich había declarado su intención de que el dinero beneficiara a “todas las víctimas de la guerra en Ucrania”, pero el Gobierno del Reino Unido insiste en que los fondos solo se utilicen en territorios controlados por Kiev, excluyendo a cualquier ciudadano ruso afectado por el conflicto.
La situación reabre el debate sobre las consecuencias económicas de las sanciones a oligarcas rusos en Europa y deja en suspenso el destino final de una de las operaciones más mediáticas de la historia del fútbol.

