Curiosidades

Miguel Ángel Russo: las palabras que reflejan su legado dentro y fuera del fútbol

El histórico técnico argentino, fallecido a los 69 años, dejó una enseñanza profunda en cada una de sus frases, que hoy resuenan como parte de su legado humano y futbolístico.
Jueves 9 de Octubre de 2025

Miguel Ángel Russo dejó mucho más que títulos y estadísticas. Dejó una forma de entender el fútbol y la vida. Sereno cuando todo alrededor ardía, frontal sin buscar cámaras, dueño de una calma que imponía respeto sin necesidad de levantar la voz. Sus frases, simples y profundas, son hoy la mejor síntesis de un hombre que enseñó con el ejemplo.

Son momentos, son decisiones”, repetía con frecuencia. La dijo más de una vez, pero cobró fuerza en su paso por Boca, cuando debía explicar cambios de esquema o de nombres sin dramatizar. Para Russo, el fútbol era un tejido de etapas, intuiciones y tiempos: cada decisión formaba parte de un proceso que requería sensibilidad.



Otra de sus definiciones quedó grabada en la memoria de los hinchas xeneizes: “En Boca hay que estar preparado para todo, porque acá los días duran 48 horas”. Lo dijo al asumir en 2019, sabiendo que en ese club las emociones y las presiones se duplican. Russo entendía que dirigir no era solo planificar partidos, sino convivir con el vértigo.

Su vínculo con la Copa Libertadores también tuvo una frase inolvidable: “La Libertadores es como la novia que uno siempre quiere y no te presta atención”. Detrás del humor había verdad: la obsesión, la búsqueda, el amor por un torneo que lo marcó para siempre desde aquella consagración de 2007.

Más allá del juego, su humanidad trascendió los límites del fútbol. “El hecho de ver rodar la pelota me sanaba más que lo demás”, confesó tras superar una enfermedad. Y completó su filosofía vital con otra frase breve, pero eterna: “Esto se cura con amor, nada más”. Russo creía en la empatía, en el afecto y en el poder del entorno como motor de recuperación.

También hablaba del liderazgo con ternura y convicción: “A los jugadores hay que quererlos, porque si no los querés, no te siguen”. Su manera de dirigir nunca fue autoritaria. Escuchaba, contenía y transmitía calma. Para él, el respeto y el cariño eran tan importantes como la táctica.

Y en su humildad, siempre tuvo perspectiva: “Cuando ganás, no sos el mejor; cuando perdés, tampoco sos el peor”. Russo fue un hombre de equilibrio, que encontró en el silencio y la coherencia una forma de liderazgo rara en estos tiempos. Su herencia no está solo en los trofeos, sino en cada palabra que hoy, más que nunca, explica quién fue.

Miguel Russo dejo una hulla, no solo futbolísticamente, hablaba desde la experiencia y desde la humanidad, despacio, con tono bajo, sin necesidad de querer ser el protagonista, Russo elegía siempre la serenidad y la paz.

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