Lunes 10 de Enero de 2022
Confeccionar el fixture de un campeonato no es una tarea para nada fácil, sin embargo llevar adelante el del fútbol chileno pareciera una tarea aún más difícil. Recitales, fiestas costumbristas, celebraciones religiosas y todo tipo de evento masivo, forman parte de las más de 250 variables con las que se enfrenta el fútbol chileno.
El proceso comienza varios meses antes del puntapié inicial de una nueva temporada con un mail enviado desde Quilín, en el que se les pide a los clubes que avisen de cualquier contratiempo para actuar de locales durante el torneo siguiente.
En ese momento inicia la recopilación de datos, que días más tarde se cruza con los avisos que también brindan las intendencias y gobernaciones, así como también se tienen en cuenta todos los eventos sociales que se realicen en Chile. Toda esa información es introducida en fórmulas matemáticas a un programa, lo que dará como resultado el calendario final de la competencia.
“Este proceso también se lleva a cabo en Alemania, Inglaterra, Bélgica. Se ha hecho en Brasil. Se hace en la NBA y en el béisbol, en Estados Unidos. Se usan modelos matemáticos para resolver problemas complejos. El fixture en Chile venimos haciéndolo desde el 2005. También hicimos el de Argentina durante dos años, mientras estuvo la Superliga”, comenta Gonzalo Zamorano, el ingeniero industrial encargado de este funcionamiento.
Según Zamorano esta tarea sería imposible de hacer de no existir el software: “La ANFP me entrega cerca de 250 variables, condiciones y peticiones, las que luego ingreso como fórmulas matemáticas a un software. Muchas veces estas condiciones chocan entre sí y son contradictorias. Una vez introducida la información en el sistema, este puede demorar uno o dos días en entregar un resultado. El software trabaja, busca una buena solución. Son tantas restricciones que es muy difícil obtener una solución rápida, incluso, para un computador. O sea, esto es imposible hacerlo a mano. Alguien muy experto podría hacerlo, con suerte, considerando apenas 10 restricciones”.
El proceso comienza varios meses antes del puntapié inicial de una nueva temporada con un mail enviado desde Quilín, en el que se les pide a los clubes que avisen de cualquier contratiempo para actuar de locales durante el torneo siguiente.
En ese momento inicia la recopilación de datos, que días más tarde se cruza con los avisos que también brindan las intendencias y gobernaciones, así como también se tienen en cuenta todos los eventos sociales que se realicen en Chile. Toda esa información es introducida en fórmulas matemáticas a un programa, lo que dará como resultado el calendario final de la competencia.
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“Este proceso también se lleva a cabo en Alemania, Inglaterra, Bélgica. Se ha hecho en Brasil. Se hace en la NBA y en el béisbol, en Estados Unidos. Se usan modelos matemáticos para resolver problemas complejos. El fixture en Chile venimos haciéndolo desde el 2005. También hicimos el de Argentina durante dos años, mientras estuvo la Superliga”, comenta Gonzalo Zamorano, el ingeniero industrial encargado de este funcionamiento.
Según Zamorano esta tarea sería imposible de hacer de no existir el software: “La ANFP me entrega cerca de 250 variables, condiciones y peticiones, las que luego ingreso como fórmulas matemáticas a un software. Muchas veces estas condiciones chocan entre sí y son contradictorias. Una vez introducida la información en el sistema, este puede demorar uno o dos días en entregar un resultado. El software trabaja, busca una buena solución. Son tantas restricciones que es muy difícil obtener una solución rápida, incluso, para un computador. O sea, esto es imposible hacerlo a mano. Alguien muy experto podría hacerlo, con suerte, considerando apenas 10 restricciones”.
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