Luego del empate por el partido de ida de los Octavos de Final de la UEFA Europa League entre el Rostov ruso y el Manchester United, el entrenador de los Red Devils no ocultó su malestar ante un deplorable estado del campo de juego.

Y es que, la dureza de la superficie además de un notorio parchado sobre zonas deshidratadas del gramado presentaron un alto riesgo de lesión para todos los protagonistas, motivo por el cual Mourinho no dudó a la hora de expresar su enojo afirmando, “es difícil de creer para mí que vayamos a jugar en ese campo, si se le puede llamar así. Tuve un rápido contacto con un oficial de UEFA que, ante mi preocupación, me aseguró la seguridad de los jugadores”.

Días más tarde una inspección encabezada por la Premier League rusa decidió cerrar el Estadio hasta que, “las carencias identificadas sean eliminadas y el campo se muestre en línea con los requisitos establecidos en el reglamento”, a pesar de que el Consejo de Administración de la UEFA no pensara de la misma manera.