El Real Madrid ha dado un paso que no pasa inadvertido para sus socios ni para la afición: el mítico recinto dejará de llamarse oficialmente Estadio Santiago Bernabéu para lucir únicamente la palabra “Bernabéu” en la fachada del Paseo de la Castellana. Según informó la entidad, la decisión responde a criterios comerciales y de marca, en un momento en el que el nuevo estadio encara la última fase de su transformación.
La remodelación, presupuestada inicialmente en 575 millones de euros en 2018 y que ya asciende a más de 1.347 millones, busca convertir al estadio en un motor de ingresos más allá del fútbol. Parte de esa estrategia es la simplificación del nombre, que encaja con productos clave como el “Tour Bernabéu”, que recibe cerca de un millón de visitantes cada año, o con la comunicación digital: en redes sociales y en la web oficial del club, hace tiempo que se emplea solo “Bernabéu”.
Sin embargo, la medida no estuvo exenta de polémica. La decisión se adoptó sin consulta previa a los socios, lo que despertó críticas al eliminarse la referencia a Santiago Bernabéu, presidente histórico que transformó al club entre 1943 y 1978 y cuyo nombre fue adoptado por el estadio en 1955. Para muchos aficionados, prescindir de esa parte de la denominación supone un golpe a la memoria institucional y a la identidad madridista.
Más allá de la discusión simbólica, el movimiento refuerza la estrategia del Real Madrid de maximizar el valor de la marca “Bernabéu” como activo comercial global. Desde la denominación de negocios instalados en el recinto hasta la venta de experiencias y patrocinios vinculados al estadio, la simplificación apunta a facilitar la internacionalización y abrir la puerta a futuros acuerdos de naming rights, una de las grandes fuentes de ingresos del deporte moderno.

