Aitana Bonmatí volvió a hacer historia: por tercer año consecutivo ganó el Balón de Oro femenino, confirmando su lugar entre los grandes nombres del fútbol mundial. La catalana del FC Barcelona se suma a la lista de leyendas como Platini, Cruyff o Van Basten, al mantener el trono que reconoce el rendimiento individual, los títulos colectivos y el fair play.
Más allá de los títulos, Bonmatí se ha convertido en un símbolo de liderazgo y lucha por la igualdad. En 2022 fue una de las quince jugadoras que desafiaron a la Federación Española en rechazo a Jorge Vilda como seleccionador, y en 2023 tomó un rol clave en la defensa de Jenni Hermoso tras el beso no consentido de Luis Rubiales en la final del Mundial, marcando su perfil de activista y referente social.
En lo comercial, la futbolista ha firmado contratos con Adidas, Grupo Bimbo, Revlon Professional, Vueling, Alpro, Nissan, EA Sports y Topps, lo que la convierte en una de las atletas españolas con mayor proyección internacional. Sin embargo, a diferencia de figuras como Alex Morgan o Megan Rapinoe, Bonmatí no ha creado todavía un emporio empresarial propio: no consta como administradora de ninguna sociedad y delega la gestión de su carrera en Wom Sports Management.
Nacida en Sant Pere de Ribes, comenzó en el juvenil del Barça a los 14 años, debutó en el primer equipo en 2016 y hoy es el corazón del mediocampo culé. Con un salario estimado cercano al millón de euros en el club blaugrana y un creciente portfolio de patrocinadores, Bonmatí demuestra que su mayor apuesta sigue estando dentro del campo, mientras fuera se afianza como un ícono cultural y deportivo.

