El sueño internacional de Foster Gillett en Uruguay terminó en pesadilla. El empresario estadounidense, que llegó a Rampla Juniors a comienzos de año con la promesa de modernizar al club y devolverlo al protagonismo, fue testigo de su descenso histórico a la Tercera Categoría del fútbol uruguayo, tras perder 1-0 ante Atenas de San Carlos. Es la primera vez en su historia que el “Picapiedra” deja de pertenecer al fútbol profesional.
Cuando Gillett desembarcó en Montevideo, Rampla acababa de transformarse en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD) y acumulaba deudas cercanas a los 90.000 dólares, que el magnate cubrió para evitar un descenso administrativo. Sin embargo, tras ese salvataje inicial, el empresario desapareció del día a día institucional, dejando a la dirigencia local sin respuestas y al club sumido en una crisis económica y deportiva sin retorno.

En el plano futbolístico, la temporada fue un calvario: el ciclo comenzó con Leandro Somoza como entrenador, tras un debut 0-8 y continuó con Mario Saralegui, sin lograr revertir la situación. En total, Rampla cerró el torneo con apenas 7 victorias, 7 empates y 17 derrotas, números que sellaron su caída. Entre los refuerzos figuraban nombres como Julio Buffarini, ex Boca Juniors, y otros cuatro argentinos que no pudieron evitar el descenso.
La figura de Gillett también genera dudas en Argentina. El empresario mantiene un acuerdo inconcluso con Estudiantes de La Plata, donde se había anunciado una posible inversión en infraestructura. Desde el club, el secretario de Finanzas, Juan Martín Ongay, reconoció que las charlas “no llegaron a buen puerto” y que el contexto legal impidió concretar el aporte. Mientras tanto, Rampla deberá rearmarse desde los cimientos, con su identidad popular como único capital firme tras una de las páginas más tristes de su historia.

