Entrevista

Thomaz Bellucci: "No es fácil ser deportista en Brasil"

Thomaz Bellucci: "No es fácil ser deportista en Brasil"
Lunes 25 de Febrero de 2013
Después de sufrir una derrota en la segunda jornada del único torneo de la ATP disputado en su país, la semana pasada, Thomaz Bellucci abandonó la pista del Gimnasio de Ibirapuera, en São Paulo, entre los abucheos de sus propios compatriotas. Y, en el fondo, el tenista sabe que esas quejas solo reflejaban frustración, algo normal entre los aficionados, sobre todo los de un país acostumbrado al fútbol y a las victorias en el deporte rey, más que a cualquier otra cosa. Aun así, le dolieron.

Minutos más tarde, abatido, mientras intentaba explicar los motivos de su desempeño, el jugador oriundo de São Paulo llegó a una constatación: "No es fácil ser deportista en Brasil". Y menos todavía ser tenista profesional: una vida que pasa, inevitablemente, por convivir con muchas derrotas. Por ejemplo, el número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, ganó seis trofeos en 2012, y se consolidó como mejor del planeta en su disciplina. Eso significa, por otro lado, que los otros once torneos que disputó durante el año terminaron en frustración, con una derrota.
Y eso, en el caso del número uno. Para la mayoría (incluido Bellucci, 38º de la clasificación y dueño de tres títulos de torneos de la ATP) la proporción es más cruel si cabe: jugar al tenis en el alto nivel significa estar preparado para perder casi todas las semanas. O peor: tener que convivir con derrotas que son solo suyas, de nadie más.
Al vivir este tipo de situaciones desde muy pronto, Thomaz Bellucci aprendió la moderación a la hora de animar a un equipo de fútbol, a ser comprensivo con su querido Palmeiras hasta en los momentos más complicados, como el descenso a la segunda división de la liga brasileña, a finales de 2012. Pese a todo, cuando habla con FIFA.com de fútbol en uno de estos momentos de lamentación, el tenista, de 25 años, no puede evitar pensar: "A veces, no estaría nada mal poder compartir este peso con otros diez".

Ya sabemos que usted es hincha del Palmeiras. Pero, ¿hasta qué punto?

Sí, soy hijo de padres del Palmeiras, y ellos me influyeron a la hora de elegir (risas). Pero, en realidad, tampoco soy tan fanático del equipo. Quiero decir, sigo siempre los resultados, pero ya no voy al estadio y, principalmente, no me entristezco cuando el equipo pierde. Me molesta, pero mi vida sigue. También pienso que la vida de tenista ayuda a afrontar así las cosas. Jugamos torneos casi todas las semanas del año, y claro, solo una minoría son campeones. La vida tiene que seguir.

Y, llevando esa vida de viajes constantes, ¿cuál es su relación con la Copa Mundial de la FIFA?

Caramba, es el momento en el que nuestra atención se concentra y uno consigue seguirlo todo, no importa en qué lugar del mundo esté. Recuerdo que en el último Mundial, en Sudáfrica, estábamos en Londres, jugando en Wimbledon, y cada vez que había partido de Brasil nos empeñábamos en encontrar un buen restaurante, con televisión, donde lo pusiesen. Nuestra vida no suele seguir pautas fijas, así que a veces estoy en Brasil durante el torneo, pero la mayor parte del tiempo viajo. El Mundial es algo fantástico. Es el mejor momento que pueda haber para seguir el fútbol.

Dentro del vestuario, ¿también se habla del Mundial?

Ah, la gente bromea mucho. La sala de jugadores queda monopolizada por el tema. Los españoles, ahora, después de ganar el último Mundial, son insoportables, dicen que son los mejores (risas). La mayoría de los tenistas hablan mucho de fútbol en el vestuario: a casi todo el mundo le gusta y lo sigue.

En los días más tranquilos de los torneos, ¿se reúnen para ver partidos?

Bueno, sé que hace un tiempo se hacía mucho, pero la exigencia física del tenis actual dificulta que los jugadores se dediquen a eso. Yo no acostumbro a jugar, precisamente porque tengo miedo de lesionarme, pero entre los entrenadores hay partidillos todo el tiempo. Y, de vez en cuando, los jugadores participan. Pero tiene que ser algo relajado, porque no puede lesionarse nadie. Si no, luego no queda nada bien hacerlo mal en la pista y tener que usar el partidillo como disculpa (risas).

Estos días se ha hablado mucho de la exigencia que la afición brasileña tiene con usted. Desde que es deportista profesional, ¿ha cambiado su manera de animar en el fútbol, de exigir a un jugador de su equipo, por ejemplo? ¿Ha supuesto alguna diferencia?

Pues sí. Acabamos entendiendo más lo que cada deportista profesional vive dentro de la pista, o en este caso de la cancha. Pero, por otro lado, cada modalidad tiene sus peculiaridades: el fútbol tiene ese aspecto de ser un grupo en el que hay varios compañeros para ayudar cuando no se tiene un buen día. Y el tenis, a su vez, tiene un aspecto muy ingrato: por un lado, uno puede tener un día magnífico y el adversario simplemente juega mejor, vale. Pero también se puede tener un mal día, con dolor de estómago, después de haber dormido mal, cualquier cosa, entrar en la pista queriendo hacer una buena partida, no conseguirlo y aun así salir criticado... Hay días en los que, definitivamente, no estaría nada mal poder compartir el peso con otros diez que echen una mano (risas). Así que cada deporte tiene sus características. Tanto el tenis como el fútbol son deportes difíciles, de una competitividad enorme, y además en Brasil la atención que provoca el fútbol no hace más que aumentar la presión. Por eso yo no soy una persona crítica, para nada. Sé lo competitivo que es el fútbol de hoy en día: con la cantidad de gente que juega, sé lo difícil que es llegar a profesional y jugar en un gran equipo. Lo entiendo

Fuente: FIFA